Aún la sigo esperando... bueno, seguimos esperando a mamá porque a "Pelos" lo dejó conmigo en un parque al que jamás habíamos ido, en la banca donde me dijo que no me moviera, dejó la bolsa con algo de ropa, una torta de frijol que compartí con "Pelos".
El jardín era grande había árboles, juegos, botes para la basura, flores pero ni ganas me daban de jugar cuando se fué mi mamá; pasadas unas horas yo ya tenía sueño, tenía frío a pesar del suéter que me regaló la mamá de mi amigo Rodri. Pelos y yo nos acurrucamos en esa banca de fierro hasta que de tanto esperar me quedé dormido.
Desperté y me recriminé porque no me di cuenta si mamá volvió por nosotros. Es la primera vez que teniendo el parque y los juegos para mí solito no me dieron ganas de subirme a ellos, el sol quitaba el color que normalmente tienen las ramas de los árboles; las veía negras, los colores de las flores los veía pálidos, el amarillo se tornaba blanco, el rosa de un color claro, alguna gente que pasaba creo que no me veía, otras extrañadas se seguían de largo, a mí me daba pena, quería explicarles que mamá de un momento a otro llegaría por mi, Pelitos se acostó con las patas extendidas y con su cara esponjada de tanto pelo y recostada en el suelo levantaba sus ojitos hacia mi sin entender la inactividad como preguntando ¿Qué pasa por qué no corres, no me avientas la pelota? Tú no eres así. No tenía respuesta a sus preguntas, ya me estaba preocupando de que mamá no apareciera.
No sé que hora era ya tiene tiempo que nos comimos la torta de frijol, tengo sed, siento un vacío en mi pancita y comienzo a llorar en silencio porque no quiero preocupar a Pelitos, creo que está más desconcertado que yo, tomo fuerzas, debo de ser valiente, me seco las lágrimas y los mocos con la manga del suéter que era de Rodri, un suéter muy bonito que siempre me gustó y le dije a mi mamá que quería uno igual de color azul cielo con unas franjas verdes y amarillas en los puños.
Rodri, me quiere mucho igual que su mamá, en el recreo me lleva lo mismo que le ponía su mamá: sandwich, un pastelito y leche de las pequeñas para niños, estábamos en 1er. año, ya sabíamos leer, escribir, sumar, restar, los colores, en que país vivíamos, pero... donde me dejó mi mamá yo no conocía, diciéndome que no tardaba, puedo asegurar que no era cerca de donde vivíamos en un cuarto con su amigo Gerardo. Él no era bueno, tomaba, fumaba, era flaco, feo y se enfadaba con mamá, nunca tuvo una muestra de cariño conmigo a pesar de que yo guardaba la esperanza de tener al papá que nunca conocí, mi mamá cambió mucho conmigo desde que lo conoció, si antes no teníamos para comer, ahora menos.
-Mira Pelos ese señor dejó un plato en esa banca, vamos.
-Guau, guau
-Mira son unos tacos con más cebolla que carne, están tibios, tienen salsa, tú no comes chile, mira, ya se te hizo agua la boca, jajajaja tu boca no es boca, es hocico. Ahora me dió sed.
Uno se cansa de no hacer nada, bueno, ya me cansé de esperar o será que nos dió el "mal del puerco", que es la pesadez que te da después de comer, como decía la maestra cuando regresábamos del descanso.
Cuando me desperté ya estaba oscuro, me dió miedo, tu ya estabas dando vueltas, te abracé, no tanto para que no te preocupes sino porque quería sentirme acompañado, era la primera vez que yo buscaba refugio en ti cuando siempre el que buscaba atención en mi eras tú.
Las sombras de un parque se mueven, parecen fantasmas, hablan, no les entiendo, se escucha el chillido de unas ratas, subo los pies, tu gruñes.
"Mamá, mamita, regresa ¿Dónde estás que no vienes por mi, te perdiste, no sabes el camino de dónde me dejaste, te pasó algo? ¡Pregunta! mira, aquí los juegos son diferentes al parque de donde vivimos, son más bonitos, en una esquina hay un local grande muy iluminado".
-Niño ¿Qué haces aquí solo, dónde están tus papás?
Me puse a llorar, abracé mis piernas, clavé la cara entre las rodillas, ahora me había dado cuenta que mi mamá no regresaría por mi, con mucho dolor entendí de súbito que me había abandonado junto con mi perrito que tanto quiero, porque yo soy lo único que él tiene.
-Mi mamá me olvidó aquí desde ayer, tengo frío, sed... tengo miedo-le dije al señor sin levantar la mirada- me quiero ir a casa.
-Mi niño, tranquilo, no te preocupes, voy a hablar a alguien que pueda ayudarnos.
Sentí esperanza, confianza que ese señor dijera "ayudarnos" como si mi situación fuera también de él. Pelos era afable y jamás permití que me separarán de él, mi única familia.
Adolfo Delgadillo Padilla
Si tienes una madre todavía,
da gracias al señor que te ama tanto
pues nunca encontrarás en esta vía dicha tan grande ni placer tan santo.