¿De dónde padre amado al corazón le otorgaste odio que del mío amor prodiga?
De sentir angustia, esperanza en tiempo, así coraje, compasión a destiempo es su tormento.
El destino manda y al descontento halla más al deseo encuentra, el sufrimiento encanta.
Ímpetu entre el bien y el mal en lucha de libertad y al deseo atado cautivo de alientos huracanados.
Cercano y fugaz del deseo tiene su flama ardiendo perenne en un complaciente abismo desconocido.
En brazos de quien gane su palpitar para dejar de batir palabras que el viento lleva sin rumbo a lo profundo del mar.
Y sí con irá desprecia, con candor somete su voluntad a la angelical razón de la que hace su prisión.
¡Oh fiera aflicción! ¡Corazón cuánta razón! Harto de pedir amor hoy penas por sentirlo en desazón.
Adolfo Delgadillo Padilla
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