sábado, 22 de junio de 2019

TARDE



Ahora soy dueño de tu ingrata belleza, nadie se atreverá a robarme aquello que siempre anhelé.

Soy dueño de ese sueño que piensa que cuando llegue fenecerá en mis brazos adormecidos de esperar.

Soy dueño de lo tuyo en mi afán por tenerte cerca y tan lejos de lo que creía me pertenecía, yo.

Esos pétalos que tus ojos cubrían, que tomaban mi alma y la sacudían dejándola en sedante agonía.

Ahora que mío eres... Tu voz, tu mirada, tu imágen cenizas son y yo marchito estoy.


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