sábado, 15 de abril de 2023

AMOR A DESTIEMPO

 AMOR A DESTIEMPO


La bruma de la playa por la brisa brindaba en el ambiente una cortina que desdibujaba el contorno entre el cielo, mar y playa, lo hacía estático. El horizonte era infinito e invitaba a perderse en esa niebla que lo llama a uno a seguir hipnotizado por su misterio, no cansaba esa monotonía de paisaje.

Permitía soltar para andar ligero, hundir los pensamientos en la arena lamida amorosamente por la amante ondulación eterna, dejar libre la mente. 

Me quite el abrigo, lo colgué en el perchero, me senté en la silla para introducir los pies en la tina de agua caliente.

-Ahora si caminaste mucho -le dice Rogelio a Martin- es un excelente ejercicio para la circulación. ¿Vas a querer que tomemos café?

-Si. Me encanta el clima así. Te acuerdas que antes lo odiaba ¿En qué consistirá qué a uno le cambien los gustos, a la edad, a lo rutinario que aburre, al desear o hacer cosas diferentes?

-Quiza, ya ves, antes no te gustaba el oliva, las aceitunas las detestabas, bueno ahora prefieres el whisky al vino tinto -al mismo tiempo que le daba una toalla para que se secará los pies- ¿Deberás se te antoja una copa de whisky?

-Si, cenamos, tomamos café y al final el whisky ¿Que hay de cenar?

-Pizza a la leña de salmón e higos y ensalada con queso de cabra.

-Aurelio se fue. Me dijo que el licenciado te dejo estos papeles, parecía cansado, más bien turbado. Le pudo la muerte de tu tía.

En casa de Aurelio su madre lo esperaba con la cena lista y una taza de té.

-Toma asiento hijo, come, últimamente con la muerte de tu patrona te has malpasado. -Su madre sabía la pena que cargaba su hijo, él siempre estuvo enamorado de su patrona-. No hay nada que el tiempo no cure.

-No puedo madre, su sobrino, en cuanto pueda me va a echar de la casa.

-Debes comer, después, ya Dios dirá.

-Madre, es que hay algo que debes saber, mi amor por Carlota, tuvo frutos, tuvimos un hijo, pero ese hijo lamentablemente murió. A causa de su edad a pesar de todo ella deseaba tenerlo, no tanto por egoísmo, sino por dar una oportunidad a un ser y amado por nosotros. -La madre de Aurelio, Doña Obdulia, quedó estupefacta, sabía del sentimiento de su hijo, pero jamás se hubiera imaginado nada de lo que su hijo le estaba confesando, y menos que hubiera existido la posibilidad de haber sido abuela aunque su nieto haya fallecido- ¡Discúlpame por callar todo este tiempo, madre! Pero fueron los años más felices de mi vida. Yo deseaba trabajar con la señora, no tanto por descuidar mis estudios, sino porque desde más joven, desde que la veía pasar frente a nuestra modesta casa, altiva, sin mirar a nadie a pesar de que despertaba los deseos callados de muchos hombres de su edad. Nunca dió, ni con una mirada pie a permitir que la cortejaran.

-Prueba tus lentejas, se te van a enfriar, te hice también chocolatito y compré unos churros con Don Jelipe, debes de descansar ya que mañana el joven  seguro te va a requerir y ya Dios dirá -una frase muy de su madre-.

Al día siguiente que era lunes Aurelio no fue llamado por el sobrino, pero el martes, Rogelio, amigo de Martín le mandó llamar. Se presentó más descansado y con la mente más tranquila, pero seguro que despediría Martín, ya que él era el único familiar de su amor secreto, entre los muros de la casa.

-Buenos días Rogelio, buenos días Martín. Gracias por dejar que descansará -tranquilo, casi seguro, fue dispuesto a todo, a su despido-.

-Buenas tardes -contestó amablemente Rogelio que discretamente se mantuvo ahí sin resultar un estorbo-.

-Buenos días Aurelio, toma asiento. Cómo sabrás yo soy el único familiar de mi tía, pero recordarás hace unos meses me llamó para que viniera ¿Te acuerdas? -Aurelio, asintió-. Mi tía se sinceró conmigo y la acompañé al notario y desde ese día, si te apreciaba, ahora te veo distinto. -Aurelio estaba dispuesto al rechazo por saberse descubierto, ya que Carlota era veinte años mayor que él-. Estoy agradecido porque tía haya encontrado el amor en ti y darme un tío. ¡Tranquilo! Me confió que tú le gustabas desde que se dió cuenta, que en total discreción te parabas a la puerta de tu casa para verla pasar y convencida de que eso no podría ser, se conformó con sentirse seducida por tu gran respeto. -Aurelio, no discernía  a lo que oía- Te llamé para ponerme a tus órdenes y pongas en orden los papeles que dispuso mi tía para ti. -No terminaba de entender Aurelio- Si. Tú eres ahora su heredero universal y debes saber que nada me da más gusto que eso. Si yo hubiera seguido siendo su heredero por ser su único familiar, yo, los bienes, finalmente te los hubiera cendido a ti. A ti que fuiste leal, amoroso fiel compañero de quien siempre ví como mi segunda madre. -Martín, con un nudo en la garganta le extendió la mano a Aurelio para levantarlo y en un abrazo le confirió todo su aprecio y confianza de que su tía haya hecho lo mejor-.

Hubo un silencio, a pesar de todo no era fácil digerir una noticia como esa.

-Gracias. -Musitó Aurelio-. 

Las lágrimas, no eran el fuerte de ninguno de los presentes pero se hicieron presentes en los tres.



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