domingo, 7 de mayo de 2023

LA PARADOJA DE LA VIDA

 LA PARADOJA DE LA VIDA


El hombre que estaba tan necesitado de amor ahora no soportaba a los demás. No fue de un día a otro, una lucha con sus sentimientos que lo atormentaban por desear encajar con tal de ganarse el aprecio de los otros. 

Hasta que llegó al punto de poner límites y se preguntaba ¿No estaré exagerando, pero qué es exagerar? Cuando ves, las cosas hablan por si mismas y es mejor verse solo que cargar lastres que con el tiempo serán más difíciles de sobrellevar.

A la gente que le conviene que no veas la realidad es aquella misma que dirá que eres intolerante, pero más bien es porque no le viene bien el no poder seguir abusando, siendo ellas las abusadoras. 

Muchas veces se tomaba un respiro y pensaba o luchaba con sus decisiones hasta tomar una determinación, una determinación que antes hubiera pensado imposible pero ahora le resultaba liberadora.

Ya no se sentía atado a relaciones tóxicas, situaciones incómodas causadas por "amigos" egoístas y envidiosos.

¡Qué libertad! El tener que dejar de hacer cosas personales para obligarse a ver a amistades falsas y convivir en lugares indeseados, disimular, sonreír cuando en realidad le resultaba un suplicio.

Todo esto tuvo que vivirlo para darse cuenta que uno de sus amigos lidiaba con la contraparte; la soledad, esa que te impone la vida, que te orilla silenciosamente a verla cuando te va restando seres queridos muy difíciles de reemplazar por la falta de energía e interés que ya no tienes y experiencia que te sobra.

Por una parte uno decide restar y por otra, la vida te obliga a estar aislado. 

¿Al caso no es lo mismo? Quizá, se decía a sí mismo, pero se sufre de diferente manera, uno desea conservar la compañía para ir por la vida disfrutando la experiencia del vino, el pan, el paisaje, el silencio compartido de un atardecer, ver el alegre movimiento de las hojas tomadas de la mano una con otras para no ser separadas por el sutil viento y ver el reflejo de la luz en el otro, pero no. ¡Se va quedando uno solo!

Es aceptar una realidad, irlo trabajando. Uno se cuestiona si es mejor morir antes que los demás para saberse acompañado o entender que uno va a irse sin esos que fueron a quedarse en contra de su deseo en el camino para dejarlo andar a uno solo y entregarse desnudo, sin espectador alguno al inminente final del que un día fue el inicio que erróneamente pensábamos, no iba llegar.

Pero cuando hay vida uno puede cambiar el relato y puede hacerlo diferente aunque al final las cosas sucedan como deben de suceder.

Mandó mensajes a sus familiares y amigos anunciando su fallecimiento, la hora y lugar de su velorio sin más explicación. Ya mandado el mensaje por Whatsapp a cada persona, dió instrucciones a su amigo Macario que le ayudará a confirmar la noticia, dándole instrucciones precisas de que ese era su deseo y debería cumplirse su pedimento. 

Las recomendaciones eran: Ir vestidos como de fiesta, las mujeres maquilladas, en la funeraria debería de darse vino tinto, canapés, pastelitos. Sabía que llorar sería inevitable pero les sugirió recordarlo con anécdotas, poner música como en los pueblos, que hicieran menos penoso el acontecimiento, ah y no llevar flores de condolencias.

El velorio se realizaría al día siguiente de haber sido anunciada la inesperada noticia. A nadie le resultó extraño arribar al lugar indicado y escuchar música, al descender del coche fueron recibidos por un valet, les pidieron los abrigos y les dieron la bienvenida.

¡Todo era tan extraño, caray!

Entraron los deudos y sorprendidos se encontraron con un lugar que era todo, menos una funeraria, parecía un salón de fiestas, mesas, meseros, copas, vajillas, cubiertos, arreglos florales. En medio de la pista sirios adornados y un maestro de ceremonias que les informó que en pocos minutos su ser querido arribaría para acompañarlo.

Desconcertados, comenzaron a conversar, los nietos, sobrinos e hijos de sus amigos corrían, jugaban y se como cualquier niño inocente que no sabían comportarse en un funeral. 

Paró la música, hubo un silencio, entraron cuatro hombres sobrios, se plantaron al centro del salón y dieron la bienvenida a los presentes con una grabación del occiso. "Querida familia, amigos, estamos aquí para agradecer la vida junto a ustedes, ofrezco disculpas a todo aquel que ofendí, no se sientan agraviados por la sorpresa de darles las gracias de continuar con ustedes y poder compartir la dicha de caminar a su lado" Y apareció. Quedaron todos estupefactos, muchos lo vieron como un fantasma, otros lo vieron como una mala broma, pero todos desconcertados comenzaron a poder asimilar aquella insólita experiencia. Ya recuperados de la impresion se fueron viendo rostros felices. Una mala pero genial y tétrica broma.

Pasó a cada una de las mesas donde hubo risas, reproches de que eso no se hace.

-¡Muérete! ¡Que tal si la muerta hubiera sido yo por el infarto de la noticia! -Le reclamó una de sus hermanas-.

-¡Qué bárbaro, me acabas de dar una lección imposible de olvidar! -Un amigo, impactado le confesó-.

-¡Te pasas, esto no se hace! 

-Pero lo hice, uno no tiene la oportunidad de ver su propio funeral -le responde el reprendido-.

Pasada la emoción, ya relajados y alegres compartían entre ellos la experiencia de una mala broma que al final fue amortiguada por el ambiente. 

Para decir verdad no les costó trabajo digerir la broma porque en otroras conversaciones lo había expresado el susodicho, del cual me reservaré su nombre.

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