Hay cosas que solo se pueden explicar después haberlas vivido, porque de otra manera no sería creíble.
Quizá sea la fantasía de cada uno, pero en nuestro interior hay una voz que ve nuestro futuro que podría ser como nuestros deseos más íntimos, algunos se quedarán en eso, en sueños y otros nos sorprenderán.
Siempre tuve la certeza de haber nacido con estrella, un consentido de Dios. Suena soberbio, ¿Verdad?
No pretendas que te cuente absolutamente todo eh, Rey, pero si te voy a decir que fue en una calle cuando la vi, una mujer madura, yo un joven deseoso de descubrir mi nueva vida, esa que uno decide seguir, que nadie se la dicte. No te vayas hasta la cocina, no era el tipo de mujer, ni de la edad que me atrajera, más bien ella fue espontánea y me hizo la plática.
Y allí, sin quizá imaginarlo, con el tiempo supe que el destino existe, sí, sé que no todo es el destino, lo debemos de trabajar, estoy convencido.
De ese encuentro vinieron otros, tomábamos café en Dunkin' Donuts.
Mira, Rey, uno busca en las personas experiencias, vivencias que lo enriquezcan y aprender, porque es como vivir varias vidas al mismo tiempo, cómo cuando lees un libro.
Un dia de esas pláticas se enojó porque solo nos vimos 20 minutos.
-¡Oye, cruce toda la ciudad para estar tan solo 20 minutos, a mí se me hace una grosería!
-Es que tengo que trabajar -yo le dije-, es preferible vernos un rato que ninguno ¿No?.
Y pasaron diez años para volver a hablarnos porque se molestó.
Diez años, en el cual el tiempo hizo su trabajo con nuestras apariencias. Yo, más maduro, ella, una anciana.
Ahí es cuando me percaté el lazo que nos unía, el de la amistad pero también cabía la posibilidad de que fuéramos por nuestro apellido y el lugar de nacimiento de su madre y el de mis padres, quizá parientes.
Ahora veo por ella y me sigue ilustrando con su vida pero sobre todo me hace ver mi propio futuro de cómo quiero vivir, llegar mejor a esa edad.
Más importante que cerrarle los ojos a alguien es habérselos mantenido abiertos.
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