miércoles, 22 de abril de 2015
DE PATA DE PERRO POR MARRUECOS
Ahí estaba yo cuando mis ojos de borrego a medio morir, mis piernas temblando y mi corazón queriéndoseme salir sin permiso, permitía a esas manos que abarcaban todo, y sus ojos que abarcaban todo y su aliento y el mío que enredaban todo. Essaouira, ciudad marroquí a la orilla del mar, de gustos y arquitectura mediterránea, bañada de blanco y azul.
Su mar, en donde el viento sopla como en ningún lugar del mundo, hace imposible tomar el sol embadurnado de bronceador, porque quedas como pollo empanizado, mientras las gaviotas se dan festín con las sobras de los pescadores y las nuestras, pero sus noches bañan de sueños plateados, su amurallada medina, garabateada y laberínticas calles.
Se me enredaron las estrellas y, cual diamantinas, me trozaron la cara de feliz impresión en esta tierra musulmana. Me besó la luna, me besó él.
Religión que estremece cinco veces al día con sus plegarias que vuelan con los elementos y te llegan a los cinco sentidos sin importar si profesas esta religión antagónica con su manera de vivir, por su forma de degustar la comida, el vino, el placer de no hacer nada y el placer de gozar el sexo.
El pecado de la gula se visualiza en la Plaza Jemaa el Fna en Marrakech, una de las más bulliciosas y exóticas en el mundo, ofrecen comida tan sui generis como caracoles en caldo.
Su aletargada vida los obliga pasarse horas tomando café en los establecimientos en donde sólo van hombres, discutiendo muchas veces el mismo tema.
Me estrujó con escritura árabe, me dibujó la piel y sentí como regó su tinta de piel morena, su follaje humedeció el mío, pero el de él lo cubría todo su cuerpo, sus piernas, sus nalgas, su pubis, sus brazos que de tan sólo verlos quería enfermarme de tricobezoar, pero me enferme de pasión y me dolió su humor hombre, me dolió él.
El cuscús lo comí por primera vez en Fés, ciudad medieval donde el cuerpo cuesta doscientos euros, luego cien, después cincuenta y más tarde doscientos dhirams (unos doscientos pesos) y al final gratis porque les gustas. Marruecos penosamente es considerada la Cuba europea.
Aquí mi imaginación retrocedió dos mil años, el bullicio de los mercaderes, el ir y venir de la gente casi abrazada por el estrecho de sus callecitas, el entretejido de sus especias se agolpaban en mi nariz, el color del azafrán y mil colores me hicieron sin duda daltónico al mirar. El misticismo y el ahínco religioso con el cual se ofrendan al trabajo me inyectaron energía, me transmitieron por medio de ósmosis la oportunidad negada de respetar sus oraciones del Corán. Con un fondo negro y la túnica blanca casi fantasmal un hombre parecía levitar.
Ciudad mística, celosa de rasgar lo cotidiano para hacerla fantasía... real. Marruecos, un lugar muy considerable para viajar.
A este musulmán le llamaré Mohamed, a éste que me habló con el lenguaje del amor... lo llamaré en sueños, lo invitaré a que me hiera y nos partamos en dos para que una parte de mi se quede allá y otra de él se quede acá conmigo.
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