miércoles, 22 de abril de 2015

CARICIAS TIBIAS


Besé sus labios y mejillas, recorrí su pecho, su vientre, su sexo que aún continuaba tibio, proseguí mordiéndole sus piernas; me detenía de tiempo en tiempo para observar la serenidad de su semblante, sus ojos cerrados y sus tupidas cejas negras.
Cada vez que le miraba yo suspiraba sin cesar por admirar lo bello que era.
Succione su miembro, me tatué el bálsamo de su dermis y en la exaltación de mis sentidos me recosté a su lado a tocarme sin dejar de acariciarle a él.
Extenuado al consumir mi acción, respiré profundamente, me volví para admirarle, pidiéndole a Dios perdón y que no se me borrara ese momento; me incorporé y le acomodé su ropa que llevaba puesta, volqué mi atención por última vez, di un paso, me incliné y con todo mi amor y ternura besé su frente, sus ojos, le tomé las manos y con ellas acaricié mi cara... ya estaba frío.
Abrí la puerta de la habitación, miré a su papá y hermanos y tías; les informé que acababa de fallecer -me querían como de la familia-, todos estaban cansados, por eso me habían pedido que yo lo cuidara, nadie se imaginó -menos yo- que conmigo iba a tener su último suspiro.
Entraron en silencio y yo me dirigí a la salida de la casa, me recargué en el arco del zaguán y después de unos instantes me desvanecí llorando con discreción... en paz; quedé sentado en uno de los tres escalones de la entrada, observe a mi alrededor sin reparar en realidad en nada, alcé la mirada al cielo "¡estaba hermoso! Azul y nubes blancas con el sol en plenitud, pero discreto" y evoqué el día en que nos conocimos. Desde el primer instante me enamoré de él, yo siempre le había gustado, pero él estaba comprometido y la amistad duró doce años hasta este soplo que lo hice mío. No lo profané sólo lo amé, fue un regalo que la vida me dio y llenó mi vida de luto y a mi corazón.

Hasta pronto...

No hay comentarios:

Publicar un comentario