Las nubes tienen fiesta, se han puesto sus mejores galas iridiscentes, llaman a las alejadas a que se les unan.
Hay que estar agradecidos porque muchas veces están ausentes, son penosas.
En un baile característico de su ímpetu, se abrazan y cantan luces que ciegan a los rincones.
Éste es el momento de la concepción de las minúsculas gotas que crean el monzón en un rugido de emoción.
Aquí es donde se gesta la vida o se le pierde; son la nodriza de ríos, mares y lagos.
¡Celebremos! con un guateque y gritos de alegría ¡Un diluvio de bendiciones! ¡Las benditas lluvias!
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