martes, 25 de febrero de 2020
EL VIEJO LOCO
Mi tía solía decirme: "Yo pasé por el mundo y le dije, adiós". Eso es lo que ella creía porque de simple su vida no tuvo nada, empezando que se casó con un señor que yo le llamaba "el viejo loco" que le hizo la vida insoportable al límite de enfermarla de los nervios.
Mi tía si no era bella, no merecía a ese hombre de feo carácter que se contraponía con el de ella que era dulce, ameno y con ese don de gente que santa debió de ser.
Ella murió muy joven, no puedo decir que se haya marchado con el carácter agrio, pero si, no lo dudo ni tantito que se fué enferma, amargada de su alma y quizá decepcionada por la vida que le tocó vivir con "el viejo loco"; quizá criada a la usanza de antes, se fué resignada porque jamás escuché una queja de ella.
La cesta de mimbre adornada por mi tía con flores silvestres de bellos colores según la estación, la cual descansaba sobre una mecedora que parecía que sólo para eso servía, se convirtió con el tiempo, en flores marchitas para "el viejo loco". Uno de tantos días comenzó a vender todo, el anillo de mi tía, una semana después una batidora, después los pantalones de casimir hasta quedar en una situación que lo llevó a vivir hasta pasados los 90 años, enfermo y olvidado ¿Dé qué le valió sobrevivir a mi tía?
Dicen que el dinero que tenía, que no era poco, le dió esa arrogancia, soberbia y pedantería, lo perdió un día en la bolsa. Ese dinero que le daba para jugar al golf y dar propinas al que le trajera las pelotas que no lograba meter en el hoyo, con el que pensaba seguir llevando hasta el extremo la causa, yo digo de su mal trato a los demás.
Su casa fue perdiendo brillo, mismo que a él le faltaba; le dejó de hablar a su hermano menor toda su vida porque sintió que le desplazó y quizá, también eso le marcó su crueldad aparte de la solvencia económica, que como ya dije, un día la perdió y terminó sobreviviendo de una pensión raquítica y la ausencia de algún ser querido, ya no digo familiar, si no de un amigo, vecino que viera por él.
Por culpa "del viejo loco" mi tía ya no supo de fiestas, amigos, viajes, tertulias a lo que estaba acostumbrada, a esos largos viajes a las recién descubiertas zonas precolombinas de Chichén Itzá, Teotihuacán a finales de 1894 y 1910, al pueblo de Coyoacán, al de San Ángel y de Tlalpan, como olvidar los jardines de la Balbuena en donde fue el primer vuelo por el piloto Alberto Braniff el 8 de enero de 1910 por el que mi tía, una adolescente aún, suspiraba y terminó casándose con "este viejo loco". Su vida a causa de lo ruin de este señor fue perdiendo notoriedad mi tía y por esto quizá decía: "Yo pasé por el mundo y le dije adiós."
Adolfo Delgadillo Padilla
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