lunes, 26 de enero de 2015

EL SENDERO


Las hojas descansan en la tierra bañada, vestida por el cesped y flores de manzanilla. Camino sobre los durmientes adornados por diamantes pulidos que encandilan para camuflagear la sencillez de su estadía.
El pasado es para unos fatigante para otros motivador, para mí significan ambas. Hipnotiza el sendero persistente del tren ¿Cuántas cosas he dejado por mi inmadurez y soberbia? Me obligo a preguntarme esto al avanzar.
He restado personas a mi vida por mi intolerancia, he renunciado a oportunidades y por omisión no sume esperanza de amor.
Ahora sé que el estrecho camino de la vida como la vía que ahora recorro, tiene una terminal.
Me cuestiono ¿La muerte es joven o lleva a cuestas los años que tiene de experiencia? Se burla de nuestra condición mortal o ¿envidia lo que nunca ella ni por un instante nosotros acumulamos en experiencia? ¿Ésta es su venganza? Ser la que le corresponde, arrebatarnos de las nubes de la vida y de esa manera, aunque no lo logre, soñar (si es que le es lícito dormir); vivir un fragmento del don que a ella le ha sido negado.
Sigo aspirando el rocio, observo como las mariposas exploran el polen de las flores, vivo la experiencia, retomo el poder, una, para no cometer los mismos errores y dos, buscar a la gente que dejé ir porque hoy por hoy me es claro que existen dos pecados: el no ser felíz y el no cuidarse.

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