Tu coquetería insistente hizo virar mi atención, no podía creer que tú, tan bien plantado de cara, cuerpo y percha se instalará en mi. Me sentí irrigado desde el principio por tu sensualidad, mirada misteriosa y de tu "no sé qué".
Pero ahí no comienza la historia, inicia con los juegos arenosos y canicas, pantalones raidos en las rodillas, codos llenos de costras por las múltiples jugarretas con mis primos y cuates, las risas estridentes y los olores del tradicional mole de Actopan, pero especialmente aquel que mi mamá preparaba en mi cumpleaños. Este festejo me hacía sentir especial.
-¿Cómo te llamas guapo?- me preguntaste. Casi desmallo mis sentidos "me habías hablado".-¿Qué te comieron la lengua los ratones?-casí me ahogo con el sorbo de cerveza, habiendo tantos cuerpos, caras y actitudes positivas ¿Por qué te fijaste en mi?-Todavía no es hora mejor ahógate con esto- y baje la mirada a aquello que me señalaste. Era llamativo el asunto, más bien fué el movimiento de pelvis que hiciste hacia adelante lo que me excitó.
No es fácil separarse de la familia pero las circunstancias lo exigían , mis buenas calificaciones, las ganas de salir adelante, no de salir de mi tierra, como muchos anhelan, no. Yo amaba los alminares del convento, su capilla al aire libre, su amplio atrio, mi escuela asaltada por los centenares de alumnos, el sol, la lluvia y los grillos.
-Perdón, es que me tomaste de sorpresa, me llamo Vicente- que seductor me sonreíste, una corriente eléctrica despertó mi lívido, mojando impunemente mi calzoncillo.
Esperaba cada fin de semana para visitar a mi mamá, allí en donde era Yo y no me sentía señalado por no utilizar ropa de marca, poder comer con los dedos y hacer cucharitas con la tortilla, andar en pantaloncillos cortos y sin gel. Mi mamá me recibía con tanto amor y me levantaba el ánimo "Ya mero terminas mí'jo, es el último estirón para que acabes tu carrera".
-¡Mira! No aguanto mas, deseo estar contigo ¿tienes a dónde ir?- pensé que no podía llevar a nadie al depa porque mi roomate me había aconsejado que núnca lo hiciera y menos cuando estuviera solo.
Mis gastos eran pocos, mi sueldo era aceptable. Para mis veinticuatro años mis ilusiones tomaban apenas forma, ahorraba para comprar un auto y traer y llevar a mi mamá "Aunque ella era feliz allá en Actopan" -Vete con cuidado hijo, que dios te bendiga-siempre con esas palabras me despedía.-Si mami, nos vemos el otro sábado-me puso en una bolsa de supermercado, queso, tortillas y unas guayabas.
Esos días mi roomate no se encontraba y muchas veces me sentía solo y se me vino a la mente que podía compartir con alguien unas quesadillas con epazote y el queso. Decidí que si. Te llevaría al depa. Tenias una expresión sana, no tenia de que preocuparme. Nos iríamos en tu coche. Llegamos y comenzaste a ponerte nervioso, lo cual me transmitiste, supuse que era por la premura que yo también sentía .-¿Gustas algo de beber?-quería relajar la tensión, pero tus ojos ya se había desorbitado y antes de estirarte la cerveza fría me acertaste una puñalada, habías tomado el cuchillo con el que corte los limones.
Mi familia aceptaba y respetaba mi orientación, de echo me admiraban. Los planes de vida eran: viajar, comprar un modesto departamento y departir con amigos y ¿por qué no? una pareja a mi lado, a esa edad casi todos la deseamos.
No sentí nada, de ese dolor que nos imaginamos, sólo cuando enterraste el arma blanca por segunda vez, sentí caliente, no daba crédito, no pude defenderme, porque no lo esperaba, me aferré a tu mano flageladora para tratar de desarmarte y no mellaras mas mi cuerpo, pero eras mas fuerte; no me quedaba tiempo y tampoco la suerte de vivir para contarlo. En este momento lánguido defendí con inocente incredulidad mi vida. Ya no siento nada ni pienso en la responsabilidad que le dejo a mi amigo ni en el dolor que les causará mi suerte a mis seres queridos.
¡En verdad que no siento nada! Sólo un hormigueo que va recorriendo todo mi cuerpo, luego frío, adormecido. Me quedo dormido, en paz como mis sueños que ya no se desplazarán, se quedarán estáticos. Como la semilla que dará frutos, germinará en cada uno de ustedes que luchará por medio de la conciencia y permitirán que los sueños de cada uno se activen, pululen y nunca jamás detengan la fuerza, fe y coraje de lo que cada uno de los seres humanos estamos hechos.
Pero ahí no comienza la historia, inicia con los juegos arenosos y canicas, pantalones raidos en las rodillas, codos llenos de costras por las múltiples jugarretas con mis primos y cuates, las risas estridentes y los olores del tradicional mole de Actopan, pero especialmente aquel que mi mamá preparaba en mi cumpleaños. Este festejo me hacía sentir especial.
-¿Cómo te llamas guapo?- me preguntaste. Casi desmallo mis sentidos "me habías hablado".-¿Qué te comieron la lengua los ratones?-casí me ahogo con el sorbo de cerveza, habiendo tantos cuerpos, caras y actitudes positivas ¿Por qué te fijaste en mi?-Todavía no es hora mejor ahógate con esto- y baje la mirada a aquello que me señalaste. Era llamativo el asunto, más bien fué el movimiento de pelvis que hiciste hacia adelante lo que me excitó.
No es fácil separarse de la familia pero las circunstancias lo exigían , mis buenas calificaciones, las ganas de salir adelante, no de salir de mi tierra, como muchos anhelan, no. Yo amaba los alminares del convento, su capilla al aire libre, su amplio atrio, mi escuela asaltada por los centenares de alumnos, el sol, la lluvia y los grillos.
-Perdón, es que me tomaste de sorpresa, me llamo Vicente- que seductor me sonreíste, una corriente eléctrica despertó mi lívido, mojando impunemente mi calzoncillo.
Esperaba cada fin de semana para visitar a mi mamá, allí en donde era Yo y no me sentía señalado por no utilizar ropa de marca, poder comer con los dedos y hacer cucharitas con la tortilla, andar en pantaloncillos cortos y sin gel. Mi mamá me recibía con tanto amor y me levantaba el ánimo "Ya mero terminas mí'jo, es el último estirón para que acabes tu carrera".
-¡Mira! No aguanto mas, deseo estar contigo ¿tienes a dónde ir?- pensé que no podía llevar a nadie al depa porque mi roomate me había aconsejado que núnca lo hiciera y menos cuando estuviera solo.
Mis gastos eran pocos, mi sueldo era aceptable. Para mis veinticuatro años mis ilusiones tomaban apenas forma, ahorraba para comprar un auto y traer y llevar a mi mamá "Aunque ella era feliz allá en Actopan" -Vete con cuidado hijo, que dios te bendiga-siempre con esas palabras me despedía.-Si mami, nos vemos el otro sábado-me puso en una bolsa de supermercado, queso, tortillas y unas guayabas.
Esos días mi roomate no se encontraba y muchas veces me sentía solo y se me vino a la mente que podía compartir con alguien unas quesadillas con epazote y el queso. Decidí que si. Te llevaría al depa. Tenias una expresión sana, no tenia de que preocuparme. Nos iríamos en tu coche. Llegamos y comenzaste a ponerte nervioso, lo cual me transmitiste, supuse que era por la premura que yo también sentía .-¿Gustas algo de beber?-quería relajar la tensión, pero tus ojos ya se había desorbitado y antes de estirarte la cerveza fría me acertaste una puñalada, habías tomado el cuchillo con el que corte los limones.
Mi familia aceptaba y respetaba mi orientación, de echo me admiraban. Los planes de vida eran: viajar, comprar un modesto departamento y departir con amigos y ¿por qué no? una pareja a mi lado, a esa edad casi todos la deseamos.
No sentí nada, de ese dolor que nos imaginamos, sólo cuando enterraste el arma blanca por segunda vez, sentí caliente, no daba crédito, no pude defenderme, porque no lo esperaba, me aferré a tu mano flageladora para tratar de desarmarte y no mellaras mas mi cuerpo, pero eras mas fuerte; no me quedaba tiempo y tampoco la suerte de vivir para contarlo. En este momento lánguido defendí con inocente incredulidad mi vida. Ya no siento nada ni pienso en la responsabilidad que le dejo a mi amigo ni en el dolor que les causará mi suerte a mis seres queridos.
¡En verdad que no siento nada! Sólo un hormigueo que va recorriendo todo mi cuerpo, luego frío, adormecido. Me quedo dormido, en paz como mis sueños que ya no se desplazarán, se quedarán estáticos. Como la semilla que dará frutos, germinará en cada uno de ustedes que luchará por medio de la conciencia y permitirán que los sueños de cada uno se activen, pululen y nunca jamás detengan la fuerza, fe y coraje de lo que cada uno de los seres humanos estamos hechos.
Un día leí en la revista en la que escribo,el asesinato de un jovencito de 25años y me dió tristeza saber de una vida interrumpida y que eso nos puede pasar a todos,llamémonos heteros,gays;yo diría humanos. No permitamos más esto,y sí permitir que nos de miedo,pero sobre todo amarnos y tener comunicación con Todos, porque todos somos hermanos.
ResponderEliminarGENIAL LA HISTORIA! :D
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