Los tiempos pretéritos evocan recuerdos que se desgastan en la memoria y se aferran al lazo conectivo emocional.
Ya nada es igual, puede ser mejor. Vivir el presente es saber traer parte del pasado sin miedo.
Arrastrar lugares, canciones, aromas, caricias, frases que habitan e inundan nuestra memoria cual neblina espesa.
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