Toma mis manos, hagamos trizas con los dedos para afianzar el rubor.
Sintamos el álgido fulgor de nuestro apetito que ni aún con los más vehementes besos fenecen.
Disuelve la heladez que habita en mi, cubriéndo mi deseo que expuesto está en espera de ti.
Amargura callada por tu ausencia que gritaba escandalosa ansiedad de tenerte.
Secretos profanos rotos por caricias pudorosas resultando escandalosas.
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