A la vida ahora le pido tan poco, que lo demás me lo doy yo.
Con la imaginación vuelo a lugares inimaginables.
Con mis manos formo figuras de barro y un camino.
Sé llorar y lloro, se reír y rió, sé odiar y me detengo.
Si mis ojos ven un sendero mis pies me llevan a ello.
Me alimento de las flores y los frutos que la tierra da.
Los sonidos de boca ¡De esa si me cuido!
¡No ha sabido madurar!
¡Es como un niño! Habla lo que piensa y no piensa lo que dice.
Algún detalle discordante en esta vida brillante.
Qué bueno que el corazón está oculto porque si así, es un insulto.
Muchos me lo han robado, aunque oculto.
Lo he ofrendado sin pensarlo al ingrato y negado al agradecido.
Escucho el trueno, al viento, las hojas caer y tu voz detener.
Los vexilos de la pluma del ave, íntimamente me dicen "Te amo".
¿Qué más le puedo pedir a la vida?
Si tu nombre me lo gritan las olas.
Y su nombre lo escucho en arena de mar.
¡Qué más! Si ya me dió la oportunidad de amar.
De verte, breve, fugaz pero fuerte que en mi imágen... Grabada estás.
Y en mi piel queda la fiesta de tus besos.
Aislo mis sentidos para volver a sellar tus labios con los míos.
¡Olvidarte le pido! Es confiar tu nombre al grano de la playa, al caracol, andar y un eco y en cada pisada tu nombre escuchar
¿Qué más le puedo pedir a la vida?
Más que me guarde el recuerdo de ti.
Memorizar tu ser hasta que la vida se retire de mí.
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