lunes, 23 de septiembre de 2013

PROMESAS



¡En el río de mis ojos, lágrimas!
lágrimas confundidas de mar,
es el mar color de mi mirar:
lo profundo de mi pesar.


No te siento, no te lloro
¡Si no te importó el no estar!
Me dejaste alejado cuando
yo más cerca de tu andar estaba.


La tinta se regó en el asfalto
y dejó de plasmar en el cobalto
color de mi libreta en tanto.


Temblorosa mi mano con la brocha
del encanto sucumbió al trueno
de mi quebranto.


No te espero, ya te tengo
como astilla clavada en mi lecho.
Son de llama mis plegarias
y helada mi esperanza.


Son cristales tus promesas
y en vapor tu mirada anda,
enramada de palabras
en el suelo dejadas y olvidadas.

SIN DERECHO DE ADMISIÓN



   Que difícil es quererte sabiéndote de otra persona, siempre con el temor de perderte acepté las condiciones de esta relación. Lo sé, te tengo y no te tengo, en un lapso te retengo. Hipertenso por tu sal bebo, de diabetes por tu miel quiero y de tus labios la palabra emana el >te quiero<. He muerto tantas veces, por tu aliento vivo y en tus brazos exhalo el suspiro.

Si la pena de cerrar los ojos
por un beso tuyo inerte quedo,
que divino fenecer el mío
que por un instante eterno gozo.


   Pero me sorprendió la vida al acortarte la existencia y, viudo me dejó, mi destino era el no derecho de asistir a darte el ultimo adiós o, más bien a que me lo dieras tú. Me tuve que conformar en la privacidad de mi soledad, llorar. Este duelo habitó las cuatro paredes de mi habitación, todo me dio vueltas, borracho quedé de dolor hasta que a los dos días desperté.

   Que raro es quedar viudo sin recibir condolencias, sin el "¡Cuanto lo siento!". Me tuve que lamer solo mis heridas y aprender el costo de vivir a la sombra de ser amante, quedándome con lo único que me pertenecía; que el amor que sentí por él, es solo mío, cuando muchos no se dan esa oportunidad.

LA CARTA



   La carta que nunca mandé o más bien, la que no me atreví a escribir por temor a que miraras a través del otro lado de mí, ése que me expone ante ti y me deja con toda la suerte en blanco a tu mirar.
   Es tan profundo el fondo en donde caigo que siento levitar y me es tan ajeno tu rostro al pasar lo relativo que es el tiempo. Me parece que fue ayer, un sueño, o ¿Hace apenas un instante que no te veo?
   La carta después de escrita la quemaré y se la ofreceré al viento en lo alto de mi gran dolor, veré que su ráfaga disperse las cenizas como lo hicieron con nuestro amor por los chismes que te creíste.
Lamento la fractura ahora que las ramas de mi sentimiento que comenzó como un grano de mostaza, cobije mi tristeza, mi ausencia del mundo y desesperanza ante el futuro que me aguarda sin tus halos cálidos de pasión.
Llegó el martes y me cuestioné ¿Que soy sin tu presencia? Y, entonces... ¿Qué haces en mi?
Ya es viernes ¡Pareciera que fuera invierno! Soy un desastre que me imposibilita ponerle orden yo solo, se requiere de dos, pero la vida me restó, me cobró y ahora sólo quedé y, ¡No puedo!
Confieso que he vivido,me culpo de haber gozado ahora que tu ausencia después de los años,cuando al fin la carta escrita y mandada flagela la incertidumbre ¿Habrá llegado? O, tal vez ¿Fue la carta que nunca leíste por temor de regresar a mis brazos?