Dejarse arrancar el alma con la que crecimos sería como quedar huérfanos de nuestros orígenes.
Los recuerdos están bajo la piel, muy dentro de uno y en ausencia de todo, seguirán los recuerdos palpitando.
Somos lo que hicieron de nosotros para llegar ser una mejor opción de uno mismo.
El destierro de nuestro pasado nos desconecta, nos condena a la ausencia de identidad y al aislamiento.
Sellar, amalgamar las raíces, reconectar los sentimientos arrumbados en el resentimiento empolvado.
Atrapar la nostalgia es capturar el momento vívido de nuestros sueños reales acorazados.
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