Qué solo se siente el mundo sin los recuerdos, solo llegó el olvido y tú ya no figuras en los escritos, los poemas se escriben sin tu nombre, sin tu imágen pero con la misma pasión.
Qué solo me sentía con ellos que me ayudaron a sobrellevar mi soledad, sin ti, llené el vacío en las hojas que la pérgola plasmó en ellas, palabras de esperanza, por ti.
Sin voluntad soñaba, vivía, moría y me aferraba a la cruz que me mantenía siempre en agonía escribiendo poesía dedicada a ti, mientras yo para ti no existía.
Sabía imposible pelear con lo que deseaba, pero no podría ganar una batalla ya perdida y seguí humedeciendo mis mejillas mientras las letras secaban.
Eres un recuerdo lejano, ajeno, extraño, marchito y, en mi cansada madurez he reconocido una vida plenamente aprovechada en la tinta derramada de nostalgia.
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