Siempre me he sentido orgulloso de vivir solo, de ser independiente, viajar con mochila al hombro por todas partes del mundo: India, Alemania, Chicago, Nueva York... Departir con mis amigos en tertulias de café y alguna que otra ocasión salir juntos a un paseo, pero después de las experiencias me queda claro que es insoportable lidiar en ámbito de intimidad con alguien.
A mí familia la veo cada semana, pero con el único hermano que tengo no me llevo, será porque le quite el lugar privilegiado que tenía antes de mi llegada al mundo. Pienso en los hermanos anteriores fallecidos de Vincent Van Goh y Salvador Dalí que les pusieron el mismo nombre de sus hermanos difuntos causándoles un trauma que cargaron toda su vida al leer sus propios nombres inscritos en las tumbas. Por esta razón, creo que mi hermano, aunque distinto, era agresivo conmigo, quizá hubiera deseado que yo no existiese, causándole lo que psicologicamente se llama "Trastorno de identidad disociativo".
Posiblemente por esta situación fui más despegado y busqué el vivir solo.
La gente me preguntaba mi edad y orgulloso les respondía, tengo setenta años. Jamás me imaginé que la vejez fuera tan cruel ahora que tengo ochenta, la edad de Matusalén. Mis capacidades han mermado considerablemente, no sé hacer nada, sobrevivo de mi raquítica pensión, pierdo la orientación. A cierta edad uno se aísla del mundo, dependes de los demás pero yo no tengo a nadie, bueno, cuento con un amigo pero no es lo mismo que el haber tenido una pareja, hijos. Mi amigo me dice que no debería quejarme, que lo tengo a él y muchas veces es mejor estar solo que vivir una decepción al ver que tus familiares en los que supuestamente te tendrían que cuidar, te abandonan o cobran tu dinero y te dan una vida miserable.
Es canija la vejez, anteriormente me bañaba diario, ahora con estos fríos solo espero hacerlo en cuanto llegue la primavera, mi amigo me baña y varias veces le he dicho, no manito, espérate a que el clima cambie.
Siempre he gozado de cabal salud, no padezco de nada, más bien los amigos de mi generación han partido; un día recibí la llamada de Pepe y me preguntó -¿Conoces a alguien que tenga cáncer? - Le respondí -No. A los pocos meses él falleció de cancer . Una ocasión fueron a echarle pleito a Jesús, un amigo muy apuesto, con pistola en mano un hombre le gritaba, ¡baja, porque te voy a matar! Y éste muy envalentonado bajó y el agresor le disparó. Así, unos de una manera, otros de otra se han ido y me he quedado sin amigos.
Mi amigo me terapea queriendo levantarme el ánimo, deberías de estar agradecido de haber sobrevivido, tienes vida, experiencia, la jubilación es eso ¡Júbilo! Tienes todo el tiempo del mundo para hacer lo que se te dé tu regalada gana.
Me acaba de caer el veinte, si. Si padezco de ser obsesivo, si tengo, o no tengo, nada me acomoda, efectivamente mi problema es la ociosidad.
Ya son las 9 pm, acabó el día para mí, a éstas alturas yo ya duermo como un niño, muchas horas. Deseo, pido ya no despertar, la vida representa para mí una carga que me cuesta y ya no quiero seguir.
Se me olvida que le dí instrucciones a mi amigo para que se encargue de mi cadáver.
-Hola hermoso ¿Cómo estás?
-¡Aún no me he muerto!
-Uno no decide cuándo morir.
-He pensado en el suicidio ¿Tú me ayudarías?
-No ¡Cómo crees!
-Es que en verdad, compréndeme.
-Si lo hago. Debes de vivir esta etapa, no estás solo, además el día que uno parte estará toda la eternidad en ella. Vive, reflexiona, quizá debes de reconciliarte con la vida.
-Tienes razón, aceptar que ya soy un anciano.
Gracias.
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