lunes, 11 de abril de 2022

LA FUERZA DE LA SANGRE

 


Llegó la festejada, se sentó, no en el sillón vacío ni en una de las muchas sillas; no. Decidió sentarse al lado de la mujer que la recibió con gusto. Se saludaron y amenamente comenzaron a socializar de una manera tan natural que a los presentes nos impresionó.

- Bienvenidos a todos, ésta es su casa -dijo Felisa, la festejada dueña señora de esa casa construida con piedra volcánica.

- Muchas gracias - respondió Lola la madre de Fernando y tía de Margarita.

Nosotros solo nos quedó el vernos al tiempo que yo admiraba los recuerdos antigüos de carpetas bordadas en punto de cruz, adornos de cristal de roca, vajillas de porcelana acostumbradas a solo ser vistas y admiradas pero ahora, jamás usadas.

-¿Ya tienen hambre?- interrumpió Margarita dirigiéndose a las dos mujeres que platicaban muy amenamente.

Y las dos mujeres con una sonrisa discreta respondieron al unísono "no". Ellas estaban tan cómodas en su charla, pareciera que tenían muchas cosas que contarse.

Felisa como siempre elegante, ataviada con un collar de coral, aretes, pulseras y anillos expresaba cada oración con las manos que denotaban una gran feminidad, mientras Lola muy atenta asentía con una mirada al recuerdo de lo lejano, se quedó dormida.

Ahí estaban las dos, una respetando el silencio de la otra hasta que Lola volvió a la plática mirando a su orgullo, su hijo. -Mire, es muy responsable- de esa manera volvió a abrir la plática. Felisa tomó su caballito de cristal y nos conminó a todos -Salud, con vino,  agua o nada, salud, el chiste es brindar porque en esta vida hay que celebrar.

Frente a ellas estaba un mundo a sus pies, sin preocupaciones ni prisas del tiempo.

Alguien dijo: Si hubiéramos sabido que iban a terminar así, las hubiéramos amado siempre.

Todo va al olvido, el pasado quedó allá en donde los recuerdos no alcanzan y en un lapso de extravagancia entre dos hermanas que en su razón no pudieron conciliar.

Nada, solo la ofuscación fue capaz de reconciliar la soberbia y el resentimiento, retó al "tiempo al tiempo" lo que era imposible ver, a esas dos hermanas incompatibles unirse en un soliloquio compartido e incomprendido para ellas mismas.

Si hubieran sabido que en su delirio ya avanzado se dirigirían la palabra, quizá habrían ahorrado a sus más íntimos la amargura de sus corazones.


Adolfo Delgadillo Padilla

2 comentarios:

  1. "Todo va al olvido, el pasado quedó allá en donde los recuerdos no alcanzan y en un lapso de extravagancia entre dos hermanas que en su razón no pudieron conciliar."

    Me Encanta!!!
    Muy Fluído y envolvente!

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