lunes, 20 de abril de 2020

EL DÍA EN QUE DIOS PERDIÓ



Hoy es el día en que Dios perdió y si Él perdió perdimos todos.
De nada nos ha servido esta calamidad mundial.
Nos hemos vuelto más animales, más crueles con los nuestros.
Nos estamos olvidando de donde vinimos o será porque lo sabemos, somos así.

Ya hemos acabado con nuestra tolerancia, con nuestra fe, con nuestra confianza en nosotros.
Ya somos extraños, ya somos de otro y no del mismo.
No nos importa pasar sobre el otro ¡Qué importa, si ni nosotros nos amamos! ¡Qué nos importa que el otro sea nuestro yo!.

Ya no valen los valores, ni las imágenes, ni la imagen materna; mucho menos la de Dios.
Por eso hoy Dios perdió a uno de nosotros, a cada uno que no ve en el otro a su semejante.

No hay cruz, no hay estrella, ni pez ni luz en nuestras vidas.
Sólo existe la consigna de destruirnos en vez de habernos armado como el rompecabezas en el que nos habíamos convertido.

Rapaces, ladrones, violentos, amantes del poder sin importar el daño que hacemos, que nos hacemos; lo vacíos que quedamos cuando debimos habernos llenado.

De nada sirvió esta experiencia en la que pudimos haber renacido, ser otros, para otros, para nosotros mismos.

Nos hemos convertido en peor que indigentes, nos hemos prostituido, devaluado y hoy en este instante me queda una esperanza...

De que se nos eleve el alma, de que nuestro corazón se exponga y en nuestra mirada limpia poder ver lo que representamos.
Que podamos tocar con las manos sin sentirlas sucias y sin ensuciar lo que tocamos.

El día en que Dios perdió a uno de nosotros, ese día habremos perdido a uno de los nuestros y quizá no nos encontremos a nosotros mismos porque en realidad los que habremos perdido somos nosotros.

Adolfo Delgadillo Padilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario