miércoles, 31 de octubre de 2018

POEMA



Qué fuera de los poemas si no hubiera cosas tristes. Qué fuera de ellos si mañana no tuviera nada que ponerme o a quién amar, qué de ellos si todo fuera miel sobre hojuelas; se quedarían sin voz.
Pero hay tantas cosas que me preocupan: la salud misma, la violencia en mi país, los migrantes, el amigo que por poco dinero me cambió, la ignorancia y que nos traten como ignorantes. El poema se alimenta no solo de tristeza, también se crea del amor, de ese que te llena, del que se fue sin decir un adiós, de aquel que te agredió, o el otro que está esperando por ti y tú no le puedes corresponder.
El poema no es, al poema lo haces y después es. El poema parece voluble porque hoy dice que te quiere y mañana no, ahora habla de la rosa y al rato de un cañón, te habla de justicia como te puede gritar injusticia. Tiene esperanza y desesperanza, tiene frío y calor. El poema te mira con los ojos, con el corazón y la razón y con una frialdad que hiela y rompe cualquier cosa que pueda yo sentir.
En un poema me encuentro yo, me hallo, lo leo y encuentro respuestas y otras, me deja así, vacío, sin ganas de explorar, me llena, y también me vacía toda esa madeja de inquietudes, le pregunto y me contesta y sin preguntarle me responde. Deja que lo escriba, él se escribe solo y en la realidad es otro porque lo que dice es, no es lo que dice y todo lo que dice resulta ser.
Se calla o como merolico anda y yo me pregunto. ¿El poema es Dios?

Adolfo Delgadillo Padilla

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