miércoles, 31 de octubre de 2018
PEDERASTIA
No es mi intención abrir debate, pero así como crucifican a toda una institución por los contados y quizá por aquellos que no han sido descubiertos, sacerdotes pederastas; así deseo también que, por los pocos que nos atrevemos a contar quizá por miedo a ser atacados, porque ahora resulta que el defender la verdad es un delito. Yo viví mi niñez rodeado de sacerdotes cuando fui monaguillo, desde los 6 años a los 18 y siempre ví cariño, consejo, regaños, que mucha falta hacen en la ausencia paterna; fuí guiado, querido, respetado para ser un hombre de bien. Así como se hace una marabunta por los menos, así se guarde uno de opinar y hacer juicios por mi testimonio en contra de otros muchos, que son los más, como dicen por ahí, habemos más gente buena que mala.
Estoy de acuerdo que a toda la gente que no se ha conducido éticamente se le castigue, pero cuidado de caer en fanatismos y falsos jueces al señalar sin conocimiento de causa a algún inocente porque habremos o estaremos perdiendo a gente y seres humanos muy valiosos.
Como muestra basta un botón, la ola de linchamientos, sabe Dios si han sido con razón o sin ella, aclarando que nadie tiene el derecho de tomar justicia por su propia mano, bueno, depende si se trata en defensa propia, pero a esto no se le llama justicia por la propia mano, se le nombra, efectivamente, defensa propia. No caigamos en estos tiempos aprovechando y, agregaría "desaprovechando" las redes sociales que muy lejos de ayudarnos nos están destruyendo, ya que las usamos indiscriminadamente y sin tener ni buscar información fidedigna.
Retomo, las peores armas las cargamos en nosotros mismos: la lengua, el dedo que señala y nuestra ociosidad de mente.
Gracias a estas armas nos han dividido en nuestras creencias, valores y confianza en nosotros mismos.
La humildad de aceptar que nos hemos equivocado es el primer paso a no cerrarnos para continuar ser más honestos con nosotros mismos.
Adolfo Delgadillo Padilla
LA VIDA
En el silencio gracias te doy mi Dios, en la observación agradecido estoy, en las penas entiendo que fortalecido saldré aunque muchas veces me resista siempre te amaré, en paz. Gracias.
POEMA
Qué fuera de los poemas si no hubiera cosas tristes. Qué fuera de ellos si mañana no tuviera nada que ponerme o a quién amar, qué de ellos si todo fuera miel sobre hojuelas; se quedarían sin voz.
Pero hay tantas cosas que me preocupan: la salud misma, la violencia en mi país, los migrantes, el amigo que por poco dinero me cambió, la ignorancia y que nos traten como ignorantes. El poema se alimenta no solo de tristeza, también se crea del amor, de ese que te llena, del que se fue sin decir un adiós, de aquel que te agredió, o el otro que está esperando por ti y tú no le puedes corresponder.
El poema no es, al poema lo haces y después es. El poema parece voluble porque hoy dice que te quiere y mañana no, ahora habla de la rosa y al rato de un cañón, te habla de justicia como te puede gritar injusticia. Tiene esperanza y desesperanza, tiene frío y calor. El poema te mira con los ojos, con el corazón y la razón y con una frialdad que hiela y rompe cualquier cosa que pueda yo sentir.
En un poema me encuentro yo, me hallo, lo leo y encuentro respuestas y otras, me deja así, vacío, sin ganas de explorar, me llena, y también me vacía toda esa madeja de inquietudes, le pregunto y me contesta y sin preguntarle me responde. Deja que lo escriba, él se escribe solo y en la realidad es otro porque lo que dice es, no es lo que dice y todo lo que dice resulta ser.
Se calla o como merolico anda y yo me pregunto. ¿El poema es Dios?
Adolfo Delgadillo Padilla
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