El tiempo se detuvo en nuestra niñez, dimos por hecho que siempre íbamos a ser niños.
El tiempo se detuvo en nuestra adolescencia, creímos que siempre tendríamos juventud.
El tiempo se ha detenido en nuestra madurez, pensamos en la vejez hasta
que el tiempo en realidad se detiene y ya no nos da tiempo de pensar.
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