sábado, 6 de julio de 2013

LA COSA ( Su-rrealismo )

De tal manera que mi cuerpo es cubierto con periódico, mis ojos son las ¨O¨, mi nariz la ¨J¨, mi boca la ¨U¨. Al despertar las letras son pequeñas, conforme me incorporo en manuscrito, hasta llegar a mayúsculas.
Cada mañana encontrarás escritos diferentes, así que, lo que leíste ayer ya no lo verás el martes, es como si mudara de piel, como las víboras. A la luz del sol me torno tornasol, de muchos colores, mates,brillantes y titiritantes. Al paso del día se me quedan los sabores de las recetas de mi tía, al llegar la noche una lámpara de gas alumbra la fecha, unos lentes se posan sobre mis tetas.De tal manera que mi cuerpo es cubierto con periódico, mis ojos son las ¨O¨, mi nariz la ¨J¨, mi boca la ¨U¨. Al despertar las letras son pequeñas, conforme me incorporo en manuscrito, hasta llegar a mayúsculas.
Cada mañana encontrarás escritos diferentes, así que, lo que leíste ayer ya no lo verás el martes, es como si mudara de piel, como las víboras. A la luz del sol me torno tornasol, de muchos colores, mates,brillantes y titiritantes. Al paso del día se me quedan los sabores de las recetas de mi tía, al llegar la noche una lámpara de gas alumbra la fecha, unos lentes se posan sobre mis tetas.
Me cierran los ojos y ya no sé si me volví rojo, de ese tono tengo lo que flamea dentro cuando se erizan mis vellos al contacto de tus húmedos dedos.


Ya no soy lo que yo creo y en cuatro patas rastreo el perfume de mi deseo, me destiño y ciego me quedo.
Una mancha me dejó en el brazo izquierdo la nube que pasaba por el cielo. De reojo me observan y desdeñan mi raro aspecto; soy renco y mi joroba es el centro de su desprecio, pero ¡No me importa! porque hoy soy el espejo que refleja tu ápice bello, que de un salto te zambulles y con ondas te recibe mi frenesí entero, tocas el polen de las flores de agua que alimentan el dulce ego de cualquier ser que se sabe objeto indigno del parámetro humano que califica: cuándo es uno merecedor de una caricia de tu blanca mano.

Me cierran los ojos y ya no sé si me volví rojo, de ese tono tengo lo que flamea dentro cuando se erizan mis vellos al contacto de tus húmedos dedos.
Ya no soy lo que yo creo y en cuatro patas rastreo el perfume de mi deseo, me destiño y ciego me quedo.
Una mancha me dejó en el brazo izquierdo la nube que pasaba por el cielo. De reojo me observan y desdeñan mi raro aspecto; soy renco y mi joroba es el centro de su desprecio, pero ¡No me importa! porque hoy soy el espejo que refleja tu ápice bello, que de un salto te zambulles y con ondas te recibe mi frenesí entero, tocas el polen de las flores de agua que alimentan el dulce ego de cualquier ser que se sabe objeto indigno del parámetro humano que califica: cuándo es uno merecedor de una caricia de tu blanca mano.

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