jueves, 4 de abril de 2013

SICARIO




Lo sé, mi vida ya no es mía, no me pertenece, día a día sufro con la noticia de que acaban de asesinar impunemente a un hermano mío. Hoy por hoy estas noticias han dejado de sorprenderme por lo habitual que se han vuelto, ni del mal que muchos cometen.
De mucha gente escucho que Dios no existe porque permite esto, y sí, sí existe un lugar en donde Él no habita, el único lugar es en ellos. ¿Qué puedo decirles? Cada quien somos libres y me queda claro que se puede probar lo falso, no lo verdadero, pero a mí me queda la esperanza, no de que no tomes mi vida sino de que cambies de parecer mi hermano. 
Tú que has matado a un hermano nuestro, con la conciencia machada no te es lícito disfrutar de lo que era nuestro: La luz del día, de la luz que desviste de sombras a los árboles, la luz que ilumina la noche, la luz con la que brillaban tus ojos al deseo de mirar el cielo, el horizonte y de voltear atrás sin sentir remordimiento, agachando la cabeza.
Me siento asaltado de la inocencia, de la inconsciencia de ser libre, de ser tuyo. Me he extraviado y, culpable me he de sentir de ser diferente a ti, tan diferente de muchos, tan distinto de a quien he amado.
Te he perdido y yo he ganado

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