-Léeme la mano- Omar le pidió a Moisés
-¡No!- Ni el Moi se piso a pensar el por qué de su negativa,
si veinte pesos que le pagaba por la lectura no le caían nada mal, le
alcanzaría para unos molletes y un café.
-Órale, léemela.
-No, no quiero, no insistas.
Vázquez era uña y mugre de Moisés, Vázquez estaba enamorado
de Omar, un muchacho güerito, bajito y
con unas nalgas divinas, pero jamás le hiso caso. Vázquez estaba embelesado no
nada más por las pompis del chaparrito sino que también por sus cabellos de sol
tipo Luis Miguel.
-Amiguito, cuando te encuentres con Omar- le aconsejó
Vázquez a Moisés – y si va con su pareja Adolfo, no le hables, porque hacen
misas negras, son brujos.
-¡Ay y qué, yo no creo en eso!
-Si, pero también matan gallinas negras.
-¿Y eso qué? Mi abuelita les tuerce el pescuezo y las hace
en caldo, con el color de las plumas que hayan nacido; es como si dijéramos que
tu tienes la culpa de ser gordo y negro y yo blanco y flaco.
Sin embargo Moisés tomó muy en cuenta la advertencia que su
amigo del alma le había hecho.
Un día en zona rosa Moisés se topo frente a frente a Omar
con su pareja Adolfo y éste se le quedó viendo fijamente a los ojos como queriéndolo
subyugar y dominarlo, Adolfo era de nacionalidad cubana, tez clara y nada mal
parecido. Moisés sobre avisado por Vázquez le sostuvo la mirada de cuchillo a
Adolfo y se dijo para sus adentros “¡Qué me ves pendejo, yo no te tengo miedo y
de mi lado está alguien realmente poderoso, que es Dios!”. En el no cabía
espacio para el miedo. Por supuesto que Adolfo no cedió a la mirada retadora de
Moisés y éste tampoco. El que si se incomodó fue Omar, Moisés pensó que su
actuar era la de muchas parejas, tal vez celoso o por la manera de actuar de su
amante, que no supo como manejar el encuentro, ya que Moisés tenía las mismas características físicas que
Omar y ¿por qué no?, que le haya gustado Moisés al “brujo”.
Con tal de ganarse unos pesos Moisés le dijo a Omar que él
leía la mano. Fueron muchas veces que le hiso a la quiromancia para poderse dar
algunos gustos, como el cafecito.
Unas de esas tardes de ocio, antes del anochecer, Moisés que
era muy curioso le reclamó a Omar el por qué nunca lo había invitado a su casa
y Omar le preguntó: -¿Quieres ir Moi? - ¡Si claro! No dieron literalmente tres
pasos cuando Omar se paró en seco y le aclaró: -No Moi, no quiero causarte
daño. – Pss, ¿y por qué me haz de causar daño? – No puedo decirte, en verdad no
insistas. No a ti.
Tanta fue la insistencia de la lectura de las líneas de la
mano que muy a su pesar, (porque Moisés sintió angustia y apatía por primera
vez de hacerlo) aceptó. Omar le extendió su mano y Moisés con un gesto
displicente se la retiró.
----Sólo te voy a decir que veo. Abandono, enfermedad, traición, privación
de libertad y muerte.
-Gracias Moisés- y se retiró, no antes sin dejarle de dar el
pago respectivo acordado.
En cuanto llegó a su casa Moisés, se comunicó con Vázquez
para ponerlo al tanto de su experiencia con Omar.
-Fíjate que le leí la mano y esta vez le dije…
-Ja ja ja, oh si, madame Moisés, ja ja ja, bruja blanca.
Vázquez era ateo, por lo tanto tampoco creía en estos
menesteres y cambió bruscamente la conversación.
Una noche suena el teléfono en casa de Moisés.
-Bueno.
-¡¡Moi!!-gritando-prende la televisión.
-¿¿Qué??
-¡¡Que como una chingada, que prendas la televisión!!-
Quitado de la pena Moisés prendió el aparato en el único canal que todos conocían,
el “2” y cual fue su sorpresa que en el noticiario de Jacobo Zabludowzki, daba
la noticia de que habían capturado a una banda de narco-satánicos junto con su líder
Adolfo de Jesús Constanzo, apodado “El padrino” y a sus amantes, una mujer y un
hombre de nombre Omar, de tan sólo 22 años.
“El padrino” fue muerto en la emboscada y a Omar se le
cumplió todo lo que Moi le había predicho. La familia de Omar jamás lo visitó
en la cárcel y murió de SIDA.
Pasada la sorpresa Moisés se dio cuenta que le había salvado
la vida al no llevarlo a su cas y al no engrosar la lista de asesinados a causa
de los rituales satánicos; le quedó claro que no existía maldad en ese ser sin
voluntad, que fue producto de la mala influencia y de una baja autoestima.
El más desconcertado por sus habilidades fue Moisés y
Vázquez su mas fiel crédulo se volvió.
Abril 1989