Llevaba 3 mese saliendo con Efraín, un muchacho moreno, delgado, de ojos expresivos y actitud varonil; en su comportamiento era educado, atento, pero reservado.
Este tiempo fue necesario para tomarle confianza y, la verdad, cariño. Andábamos juntos a todos lados: al super, al cine, a comer, a una reunión con mis amigos; en todo momento quería estar conmigo, salvo ese día que era domingo, en la fiesta de cumpleaños de mi sobrino, un agasajo familiar, a la cual no era momento de llevarlo, porque significaba dar explicaciones a mi familia de otro “nuevo amigo”.
Al cerrar la puerta, la fuerza de la costumbre – como siempre nos acompañábamos- le eché llave a la puerta y a la reja.
Efraín no se percató que lo dejé encerrado y pasados unos minutos (no podía perder tiempo), comenzó a desconectar el televisor de plasma, el DVD, el mini componente etc. Estaba decidido a robarme ahora que se había ganado mi confianza.
Mientras que yo unas cuadras adelante me percaté que había olvidado el regalo de mi sobrino, vire el coche y me volví hacia mi departamento y en ese instante caí en cuenta que, había dejado encerrado a Efraín.
Llegué, abrí y mi sorpresa fue mayúscula, cuando me dí cuenta que el muchacho que apenas tenia poco de conocer me quisiera agradar, queriendo cambiar los mueble y darle otro aspecto al departamento y, obviamente limpiar los rincones en donde ni la señora que me hace el quehacer, suele asear.
- “¡Pobrecito!”- pensé. Su estupor fue mayor que el mío, se ruborizó y quedó mudo al quererme explicar que me quería agradecer de ese modo –pues no tenia otro- su acomedimiento.
- ¡Hermoso, no te hubieras molestado! – Le expresé dándole un fuerte abrazo- este remodelamiento me hubiese encantado que lo hiciéramos juntos-
-Mjh, no es nada, quería granjearme, pero llegaste y el sorprendido fui yo-
-¡Anda, anda!, ponte una camisa limpia, arréglate ese pelo y me acompañas a la fiesta ¿va?
Efraín se quitó la gorra, se acomodó el cabello con agua y gel. Salimos del departamento entre risas y a mi se me olvidó echarle llave a la puerta y a la reja.
Mail. Adolph_5@hotmail.com
Cuantas veces nos cegamos cuando nosotros estamos firmes a que una relación se de a como de lugar, sin fijarnos en que si el otr@ desea lo mismo.
ResponderEliminarSe darán cuenta que dejo abierto el cuento para el fina ¿ Se dará la relación, se dió cuenta que lo que quería el hombre es robarlo, el ladrón ante esta actitud se enamorará?