Qué tal estos días de contingencia? Hasta cansaba por tanto aburrimiento y pensé "Ni modo serán de recogimiento"
La invitación de un amigo a su pueblo Mayanalán, Guerrero, que significa "en donde se acaba el maíz" cambió mis planes.
¿Dónde es eso? Ha de ser un lugar olvidado por Dios, allá donde da vuelta el aire, no, una cuadra antes.
Mi bienvenida fue muy emotiva pero el calor era infernal, no menos que el que estaba viviendo yo interiormente, "aquello" me daba vueltas.
En cada una de las casas hechas con adobe "y con amor" me dijo una señora, Hay toda una huerta, en cada una de ellas pareciera que cayera el maná por sus árboles de ciruelas, mangos, guayabas, papaya; infinidad de tamarindos en ésta tierra tan noble.
Humildes pero dignos de dioses los frijoles con ciruela, tamales de Nejo con mole verde con guajolote, untados delicadamente en la hoja del maíz, ha forjado el cuerpo hercúleo de este pueblo.
Al cobijo de la generosa sombra de un árbol de mango , se me refrescó el cuerpo, el alma, dejo de oprimirme el pecho "aquello" en lo cual tendría que pensar, tarde que temprano.
Me asaltó una pregunta ¿Cuándo tienes relaciones sexuales, quién es el responsable de tu salud, tú o el otro? y la respuesta llegó. Pues tú y nadie mas que tú tienes la obligación de ponerte el condón y de exigirlo.
Y así pasaron los días en este pueblo que no me prometió nada y que incluso no me lo recomendaban, que porque me iba a aburrir.
Me fue mostrando cohibido sus encantos. Su iglesia de porcelana, sus troncos de chocolate, que a pesar del calor no se derriten que porque están hechos de caoba, de pino, enramadas de color de la menta, verdes. Sus calles de pinole y muégano.
Y te lo voy contar, hace unos días recibí un mensaje anónimo en mi celular que decía < ¡Maldito, ojete, púdrete en el infierno por haberme infectado, que nunca tengas paz!> Contesté y no obtuve respuesta "Aquello" me revoloteaba, no veía la manera de sacarlo, de sanarlo.
Una tormenta eléctrica redibujó la silueta de los montes, tiñéndolos de un fugaz azul. Y la lluvia llegó, olor a tierra húmeda, mezclada con los olores de la leña, del café, del maíz; lavó los tejados, los techos de paja, los lomos de los burros, las hojas y las flores; lustró los colores oriundos de aquel lugar, los hizo mas brillantes para mi.
Esta tierra que no me ofrecía nada, me regaló la aridez con la que ha sido tratada, la generosidad curtida de unas manos trabajadoras, la eyaculación no esperada por montar a caballo, la paz permitida y la lucidez de entender que este es un lugar tocado por Dios porque no ha sido tocado aún por el hombre.
Leí, casi termino el libro y me acordé de ti, otra vez lloré. El poso sorprendido, acostumbrado a que le saquen agua, yo se la eché, mis lágrimas lo llenaron y allí me vacié, a Dios le hablé -¡Yo no lo infecté!- y Dios me creyó, porque Él lo sabe. Y allí por vez primera acepté -¡Tengo sida y voy a morir!
¿Dónde es eso? Ha de ser un lugar olvidado por Dios, allá donde da vuelta el aire, no, una cuadra antes.
Mi bienvenida fue muy emotiva pero el calor era infernal, no menos que el que estaba viviendo yo interiormente, "aquello" me daba vueltas.
En cada una de las casas hechas con adobe "y con amor" me dijo una señora, Hay toda una huerta, en cada una de ellas pareciera que cayera el maná por sus árboles de ciruelas, mangos, guayabas, papaya; infinidad de tamarindos en ésta tierra tan noble.
Humildes pero dignos de dioses los frijoles con ciruela, tamales de Nejo con mole verde con guajolote, untados delicadamente en la hoja del maíz, ha forjado el cuerpo hercúleo de este pueblo.
Al cobijo de la generosa sombra de un árbol de mango , se me refrescó el cuerpo, el alma, dejo de oprimirme el pecho "aquello" en lo cual tendría que pensar, tarde que temprano.
Me asaltó una pregunta ¿Cuándo tienes relaciones sexuales, quién es el responsable de tu salud, tú o el otro? y la respuesta llegó. Pues tú y nadie mas que tú tienes la obligación de ponerte el condón y de exigirlo.
Y así pasaron los días en este pueblo que no me prometió nada y que incluso no me lo recomendaban, que porque me iba a aburrir.
Me fue mostrando cohibido sus encantos. Su iglesia de porcelana, sus troncos de chocolate, que a pesar del calor no se derriten que porque están hechos de caoba, de pino, enramadas de color de la menta, verdes. Sus calles de pinole y muégano.
Y te lo voy contar, hace unos días recibí un mensaje anónimo en mi celular que decía < ¡Maldito, ojete, púdrete en el infierno por haberme infectado, que nunca tengas paz!> Contesté y no obtuve respuesta "Aquello" me revoloteaba, no veía la manera de sacarlo, de sanarlo.
Una tormenta eléctrica redibujó la silueta de los montes, tiñéndolos de un fugaz azul. Y la lluvia llegó, olor a tierra húmeda, mezclada con los olores de la leña, del café, del maíz; lavó los tejados, los techos de paja, los lomos de los burros, las hojas y las flores; lustró los colores oriundos de aquel lugar, los hizo mas brillantes para mi.
Esta tierra que no me ofrecía nada, me regaló la aridez con la que ha sido tratada, la generosidad curtida de unas manos trabajadoras, la eyaculación no esperada por montar a caballo, la paz permitida y la lucidez de entender que este es un lugar tocado por Dios porque no ha sido tocado aún por el hombre.
Leí, casi termino el libro y me acordé de ti, otra vez lloré. El poso sorprendido, acostumbrado a que le saquen agua, yo se la eché, mis lágrimas lo llenaron y allí me vacié, a Dios le hablé -¡Yo no lo infecté!- y Dios me creyó, porque Él lo sabe. Y allí por vez primera acepté -¡Tengo sida y voy a morir!
La enfermedad se me olvidó por la influenza, pero si no moría por las formulas V.I.H.,AH1N1, me moriría por la depresión y Mayanalán fue mi solución y de los mensajes ¡bah!...váyanse a Mayanalán que vida les dará.
¡Oh Mayanalán! heriste mis pupilas (al mirarle a él)
Lavaste mis heridas (por amarle a él)
Y vertí en tu tierra mi dolor.
Que dará algún día fritos de color de sol.
¡Oh Mayanalán! heriste mis pupilas (al mirarle a él)
Lavaste mis heridas (por amarle a él)
Y vertí en tu tierra mi dolor.
Que dará algún día fritos de color de sol.
Fui a la casa de un amigo y mi intención fue escribir sobre un tema muy distinto a este; nos regresamos y no pude plasmar nada hasta quince días después la imaginación se me despertó. Este lugar si existe y si tiene su encanto,pero también hay que aceptar que no es muy agraciado. Como del barro se hacen cosas muy hermosas,esto lo digo por la metáfora. Me encantó el lugar porque lo compartí con mi amigo.Espero les guste.
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