lunes, 23 de enero de 2012

MAYANALÁN



Qué tal estos días de contingencia? Hasta cansaba por tanto aburrimiento y pensé "Ni modo serán de recogimiento"
   La invitación de un amigo a su pueblo Mayanalán, Guerrero, que significa "en donde se acaba el maíz" cambió mis planes.
   ¿Dónde es eso? Ha de ser un lugar olvidado por Dios, allá donde da vuelta el aire,  no, una cuadra antes.
   Mi bienvenida fue muy emotiva pero el calor era infernal, no menos que el que estaba viviendo yo interiormente, "aquello" me daba vueltas.
   En cada una de las casas hechas con adobe "y con amor" me dijo una señora, Hay toda una huerta, en cada una de ellas pareciera que cayera el maná por sus árboles de ciruelas, mangos, guayabas, papaya; infinidad de tamarindos en ésta tierra tan noble.
   Humildes pero dignos de dioses los frijoles con ciruela, tamales de Nejo con mole verde con guajolote, untados delicadamente en la hoja del maíz, ha forjado el cuerpo hercúleo de este pueblo.
  Al cobijo de la generosa sombra de un árbol de mango , se me refrescó el cuerpo, el alma, dejo de oprimirme el pecho "aquello" en lo cual tendría que pensar, tarde que temprano.
   Me asaltó una pregunta ¿Cuándo tienes relaciones sexuales, quién es el responsable de tu salud, tú o el otro? y la respuesta llegó. Pues tú y nadie mas que tú tienes la obligación de ponerte el condón y de exigirlo.
   Y así pasaron los días en este pueblo que no me prometió nada y que incluso no me lo recomendaban, que porque me iba a aburrir.
   Me fue mostrando cohibido sus encantos. Su iglesia de porcelana, sus troncos de chocolate, que a pesar del calor no se derriten que porque están hechos de caoba, de pino, enramadas de color de la menta, verdes. Sus calles de pinole y muégano.
   Y te lo voy contar, hace unos días recibí un mensaje anónimo en mi celular que decía < ¡Maldito, ojete, púdrete en el infierno por haberme infectado, que nunca tengas paz!> Contesté y no obtuve respuesta  "Aquello" me revoloteaba, no veía la manera de sacarlo, de sanarlo.
   Una tormenta eléctrica redibujó la silueta de los montes, tiñéndolos de un fugaz azul. Y la lluvia llegó, olor a tierra húmeda, mezclada con los olores de la leña, del café, del maíz; lavó los tejados, los techos de paja, los lomos de los burros, las hojas y las flores; lustró los colores oriundos de aquel lugar, los hizo mas brillantes para mi.
   Esta tierra que no me ofrecía nada, me regaló la aridez con la que ha sido tratada, la generosidad curtida de unas manos trabajadoras, la eyaculación no esperada por montar a caballo, la paz permitida y la lucidez de entender que este es un lugar tocado por Dios porque no ha sido tocado aún por el hombre.
   Leí, casi termino el libro y me acordé de ti, otra vez lloré. El poso sorprendido, acostumbrado a que le saquen agua, yo se la eché, mis lágrimas lo llenaron y allí me vacié, a Dios le hablé -¡Yo no lo infecté!- y Dios me creyó, porque Él lo sabe. Y allí por vez 
primera acepté -¡Tengo sida y voy a morir!
   La enfermedad se me olvidó por la influenza, pero si no moría por las formulas V.I.H.,AH1N1, me moriría por la depresión y Mayanalán fue mi solución y de los mensajes ¡bah!...váyanse a Mayanalán que vida les dará.
                            
                                   ¡Oh Mayanalán! heriste mis pupilas (al mirarle a él)
                                   Lavaste mis heridas (por amarle a él)
                                   Y vertí en tu tierra mi dolor.
                                   Que dará algún día fritos de color de sol.

CRÓNICA ANUNCIADA DEL AMOR DESAHUCIADO



A pesar de la mucha experiencia y madurez, siempre es posible volver a caer en una relación nada recomendada para uno mismo.
El hombre que te encanta te mira, te sonríe, te habla y, al final, te besa; al día siguiente se ven y todo parece ir ¡muy bien! Tanto que las citas no cesan, pero (ahí viene el tan temido ¡pero!): ¡No quiere comprometerse!
Y el tipo te dice: ¡Me encantas! En verdad que me siento súper bien contigo, me excitas (“mira cómo me tienes“), pero quiero mi libertad (como si uno se la quitara poniéndole grilletes). Y tú, poniendo tu mejor cara, bien “cool”, con toda la madurez que te has ganado, le respondes: ¡No hay problema, seremos amigos!
A la cita posterior vas porque te encanta y como te dijo que no te quería perder y tú porque no quieres perder la oportunidad, a ver si cambia de parecer, vas; aunque previamente ya te hiciste un “coco wash”.
Lo vuelves a tratar como tal, pero a sus amigos -“según él”- les simpatizas y le dicen que eres guapo, que vales la pena y él, por un instinto de macho o de pertenencia, te empieza a decir “gordito hermoso” y te agarra de la mano para no soltarte toda la noche y presentarte con todo el bar  como su novio.
Entonces, tú piensas: “Ya lo consideró y entonces sí va”. Con una actitud de que no siempre es necesario hablar las cosas, de no decir el tan trillado “¿Quieres ser mi pareja?”, tú te dejas llevar y ¡cuál! Después de haber cogido delicioso, a la mañana siguiente te dice: “Lo de anoche fue perfecto pero eso no quiere decir que seamos pareja ¿ok?”.
Y te quedas pasmado, porque, si bien no has hecho planes de boda, pensabas “esto ya amarró”. ¡Ah, pero él no te deja salir de la cama! En una palabra, te quiere para él solito y tú te quedas, porque al fin y al cabo, eso es lo que tú deseas, estar en sus brazos, sentir su aliento, oler su piel, su sexo, mirar sus ojos, jugar con la sinuosidad de sus cabellos.
No tienes fuerza de decisión, de tomar tu itacate e irte, aunque te sabotee tus idas al café con un amigo, ¡qué importa! (cuando ellos tienen pareja ni te pelan)… ¡Que importa! … Tus recorridos al museo se esfumaron ¡qué importa si él te brinda entretenimiento viendo en su cama “Sex and the City”!
¡Qué importa la madurez! Si al final vale para pura madre cuando llega el hombre de tu vida que en realidad no te da la estabilidad que anhelas, pero que te puede dar litros y litros de adrenalina.
Y la pregunta sería: ¿Vale la adrenalina vivir una relación que no te llevará a ningún lado? ¿O serás capaz de darle vida a este sujeto ¡llámale como quieras! para dejar morir en ti la ilusión permitida? ¿O vivirás como hemos vivido muchos a la espera de que él cambie?

viernes, 6 de enero de 2012

Encominio

                         


Desdéñame mi vida ¡Despréciame! Que por tu rechazo escribo los versos que te brindo.
Tu fortaleza son tus ojos y labios, mi debilidad tus besos.
Desdeña mi pasión, que vivo por la ausencia de tus brazos.
Desdéñame ternura, ignora, porque si no la inspiración se aleja.
Lasciva indiferencia muestra en flores que yo te ofrezca.
A los luceros que te descienda con tu frialdad sofoca, gélida aparece en mí querida.
Dame vida con tu ausencia, que moriré el día en que me hagas caso con tu presencia.
Desvíate del fulgor de mi mirada que incendiaré los ocelos de otras llamas.
¡¡Y perdono el daño que me injeriste, pero cómo perdonarte el que tú te impusiste...      Pretensiosa ¡!

SIMPLEZAS

                             
 Cuando has apagado la luz y cierras los ojos… ¿tu cuarto sigue iluminado?
Cuando tus sueños han trastocado tu realidad con tus anhelos más caros ¿sigues soñando?
Cuando la amargura ha espoleado tu alma y las lágrimas han secado tus ojos por desamor… ¿te han caído nuevas conchas multicolores?
Cuantas veces inesperadamente te han dado ganas de hablarle a un amigo… ¿esa llamada le salvó la vida?
 Cuantas veces le has dado las gracias a Dios llorando ¿terminas sonriendo?
Cuantas veces te has percatado en tus penas que las huellas de tu andar no te pertenecen… ¿son de “aquel” que te ama?
Cuantas veces has seccionado el pastel para compartir… ¿sorpresivamente te sobra?
¿Cuándo la noche se te ha engalanado con un cielo color  azul fosforescente claro?
¿Cuándo de amatistas tu sendero se ha alfombrado y de esmeraldas llenado y con cristales el rio va cantando?
¡Cuando jamás has pensado llegar hasta aquí y lo más próximo es el final… ¿siempre existirá una ventana abierta?