miércoles, 16 de noviembre de 2011

CONFESIÓN

Esta es una confesión, cuando viniste al mundo me creí con la autoridad divina de pedirle a Dios que te acogiera porque pensaba que ibas a sufrir y representarías una carga para tus padres, que equivocado estaba, porque inmediatamente me di cuenta que la carga sería para mi inmadurez que el divino nos mandaba.
Pasado el tiempo me percaté del regalo que estaba rechazando y de mi propia vulnerabilidad humana, cuando en carne propia por mi condición de homosexual he sufrido, no sé si tú la has padecido tanto como yo.
Desde el principio al verte crecer, tu ejemplo de superación y adaptabilidad me ofrendo el entendimiento de que todos tenemos una discapacidad y no necesariamente física, como en tu caso y de la que muchos no nos damos cuenta. Con humildad fui aprendiendo de ti “Mi chiquita” que la discriminación a las personas con discapacidad, homosexuales, al pobre, al indígena etc., se gesta en la educación del seno de la familia.
Deberíamos  de ser todos más conscientes de la enorme disfuncionalidad educacional que sufrimos los mexicanos, al no tentarnos el corazón y darnos cuenta del gran daño emocional que causamos a “aquellos” que creemos inferiores cuando, en efecto, nosotros los “normales” poseemos todas nuestras extremidades y facultades no logramos ni siquiera un ápice de lo que has logrado tú y todos “aquellos” que se levantan con el coraje (no sé de dónde sacan fuerzas) de una tragedia accidental, pero peor aún es permitir en lo particular que se nos discrimine,  quedarnos en el anonimato y ver la vida pasar y no luchar cada uno de los que somos llamados “anormales”.
Siempre es tiempo de recapacitar y ser más considerados con aquellos nuestros hermanos, vernos como somos, iguales y que por aras del destino todos nacemos en y con condiciones  diferentes; esto es lo maravilloso de una sociedad tan plural y enormemente enriquecedora. Luchemos, tú con tu pasión que es la natación la que te ha convertido en una campeona para panamericana y yo con el poder de la escritura, que no existe discapacidad mas que en la imaginación mediocre e ignorante de cada uno.

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